miércoles, 2 de julio de 2014

El escritor Antonio Navarro Barriga en la biblioteca


El pasado mes de junio vino a visitarnos a la biblioteca el escritor Antonio Navarro Barriga, licenciado en Psicología, que ha trabajado como auxiliar de biblioteca, en el campo de la animación a la lectura, en educación especial y reforma juvenil, de psicoterapeuta y de profesor universitario. Escribe novela, relato, cuento infantil y poesía.

Antonio nos donó a la biblioteca su último libro Cuando la miseria nos come (Dauro, 2014), y otros dos títulos que ya están también disponibles en préstamo a domicilio:
  • El río de las naves de plata. Bohodón, 2012.
  • La dama del jardín de la luna. Bohodón, 2011.
Junto con la donación de estos tres títulos, Antonio ha querido compartir con los lectores de la Biblioteca Vicente Aleixandre sus sensaciones a la hora de escribir y compartir sus palabras y emociones con el público. Os dejamos con su cuidada reflexión deseándo volver a verle pronto por Tetuán, presentando ésta u otra obra suya, gracias Antonio.

Como no me considero erudito de nada, cuando escribo prefiero hacerlo sobre sentimientos, a partir de las emociones que unas u otras cosas van despertando en mí; en ocasiones las guardo a conciencia para otros momentos, otras veces, sin darme cuenta, las coloco en alguna atalaya de mis sentidos y de ese modo la percepción de un hecho o lugar aparece cargado de una emocionalidad remota, siempre es hermosa semejante vivencia. Como escritor, si los lectores me permiten definirme como tal, el desarrollo de la trama y la construcción de los personajes participan activamente de esa mi debilidad, de modo que al acabar una obra siento que he logrado una descarga emocional importante, pero entonces el proceso se retroalimenta porque la nueva obra provoca en mí la aparición de un sueño que me acompaña en silencio desde la infancia: Que miles de personas lean al mismo tiempo las palabras que he conseguido hilar, que los paisajes se muevan al ritmo del eco de sus voces, que los personajes acompañen a las personas. No lo interpreten como inmodestia porque solo es un sueño. Luego viene la realidad que nunca se aleja de mí, una realidad conformada por los sueños rotos que me ha enseñado el valor del esfuerzo, de la lucha, la importancia de tejer puntada a puntada, en mi caso palabra a palabra, el escenario en el que los sueños se representan y quizá mueran ante la indiferencia de quienes ni siquiera asistan a la función.

Escribir en soledad es lo deseable, incluso necesario, pero abrir las puertas del nido para que tu obra vuele sola es enfrentarte a un riesgo de consecuencias imprevisibles. La pregunta permanente es: ¿En qué momento se agotarán sus alas? Quizá en la puerta misma del nido, o quizá consiga alcanzar la rama de un árbol lo bastante alto como para saltar al siguiente.  Quizá, quizá, y el sueño se desvanece porque ni el autor ni la obra son conocidos, porque ni ella ni él tienen un hueco en los medios que podrían ser acompañantes en ese primer vuelo y hasta los árboles se muestran esquivos. Pero cuando a pesar de todas las realidades una obra es leída y salta de uno a otro árbol, aún con el temor a perderse en el bosque, sueño y realidad se funden en un hermoso sentimiento capaz del dulcificar el recuerdo de las anteriores etapas.  Mi novela recientemente publicada “Cuando la miseria nos come”, ha dado un primer salto al alcanzar la segunda edición, pero además ha entrado en mi sueño de infancia porque desde las estanterías de la biblioteca Vicente Aleixandre del Instituto Cervantes de Tetuán, resonarán las emociones en esos otros bellos paisajes. 

Entre sueño y realidad
Antonio Navarro Barriga. Julio 2014.

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